martes, 9 de diciembre de 2014

VIDA O MUERTE





VIVIR O MORIR: ¿QUE ES MÁS DIFICIL?

No existe tema alguno en el que el hombre piense menos en la muerte. La sociedad actual imprime un ritmo vertiginoso de la vida, material y consumista, en el que el ser humano se halla demasiado atareado para preocuparse por tal suceso, y son muchos los que caminan hacia <<hora final>> sin haber recapacitado sobre la temporalidad finita de su estancia en este mundo

Si existe un acontecimiento futuro a nuestras vidas nosotros somos capaces de predecir, con una certeza absoluta, sin necesidad de recurrir a ningún tipo de técnicas adivinatorias ni a complicados estudios estadísticos, es, con toda seguridad, el hecho de nuestra propia muerte.

Por otro lado, los distintos cultos, religiones y credos consideraban a la muerte, en su mayoría, más como una especie de <<maldición>> o de << juicio severísimo>>, que como un fenómeno fruto del propio mecanismo de la naturaleza del universo.

Consecuencia de todo ello es que el hombre se <<olvida>>, en cierto modo voluntariamente, del evento. Incluso hoy en día son numerosos los adultos que no han visto siquiera cadáver.

Debido al desconocimiento casi total de los humanos sobre el tema que nos ocupa, sigue surgiendo de lo más hondo de su ser en tremendo horror ante la realidad.

El verdadero pilar sobre el que se asienta el miedo en general, y en particular el miedo a la muerte – que tal vez sea el denominador común de todos ellos – es la inseguridad ante el cambio, ante el futuro incierto.

En toda la vida terrena y en lo profundo de su psicología, nuestra mente está constantemente embarcada en un proceso de << llegar a ser >>, y todas nuestras acciones son producto de esta necesidad. Llegar a ser rico, llegar a ser admirado, bueno perfecto…. En definitiva, lo dirige la acción es el deseo de << llegar a sr felices >>.

Cuando el <<ser>> es amenazado se produce el miedo porque implica la eventualidad de << no llegar a ser >>. Al enfrentarse a la mente con la incertidumbre de su devenir tras la muerte, y ante la posibilidad de << dejar de ser >>, se produce un rechazo emocional ante tal amenaza. Para ocultarla, nacen formas de pensamiento que giran en torno a la idea de existir persistentemente sobre la tierra.

Estamos tan acostumbrados a pensar que nosotros mismo y todos aquellos que nos rodean permanecerán para siempre que cuando nos enfrentamos con la realidad evidente del supuesto contrario, como por ejemplo la muerte de un ser querido, nuestra mente se bloquea y nos cuesta un tremendo esfuerzo digerir tal información. Como decía vulgarmente, <<no nos entra en la cabeza >>.

Tenemos en cuenta, llegamos a este punto, que una defectuosa asimilación, del suceso provoca un enorme malestar psíquico. La desesperación, en casos extremos, puede conducir al desequilibrio o locura, consecuencia de la ruptura del esquema mental en el que se apoya la personalidad.



DESPUES DE LA MUERTE



La muerte sigue siendo un misterio. No se ha demostrado <<científicamente >> con certeza nada acerca de si hay o no algo tras la misma.

Muchos hombres piensan que tras la muerte no hay nada, refiriéndose más a la posibilidad de la disolución de su << yo conocido >> que a una << nada absoluta >>. En efecto, el ser humano

Entiende por <<nada>> una especie de vacío u oscuridad sin tiempo no sensaciones, similar al estado de como profundo que corresponde a la ausencia de conciencia.

<< La no existencia o nada absoluta >> carece, por otro lado, de realidad objetiva: no puede << existir>> lo que << no existe >>. El filósofo Bertrand Russel, en su libro << Nuevas esperanzas para un mundo en cambio >>, ilustra adecuadamente el concepto de disolución del <<yo >> al comparar la vida del hombre con un río: << Al principio pequeño, estrechamente confinado en sus orillas, corriendo con pasión sobre grandes piedras y cascadas.

Gradualmente el rio se ensancha, las orillas retroceden, las aguas fluyen de modo más tranquilo y finalmente, sin rotura visible, se fusionan en el mar y sin dolor pierden su individualidad”.

Por el contrario, otros pensamientos se dirigen hacia que la muerte es simplemente una transición a una forma de vida en la que no hay pérdida de individualidad, significando aquella tan sólo un aniquilamiento del <<yo falso >>.

Consideremos que la muerte se refiere a la vida con minúsculas. En este universo, todo lo que existe tiene VIDA. Como dice el Kybalión – recopilación de las enseñanzas del sabio egipcio Hermes – y la ciencia corrobora: << Nada reposa, todo se mueve; todo vibra, ¿qué es la VIDA sino ese desplazamiento hacia el “llegar a ser”>>?

LA CASUALIDAD NO EXISTE

En su movimiento, el universo se desenvuelve como debe. Nada ocurre aleatoriamente y todo sucede conforme a sus Leyes. Lo que llamamos casualidad es solamente una expresión referida a causas que no podemos percibir o comprender. Nada se escapa al propio funcionamiento del universo.

Matemáticamente hablando, que tenga lugar lo que acontece en estos precisos momentos es infinitamente improbable. Existe, por tanto, una fuerza que hace a las cosas se lo que son. Es fácil deducir pues, al no existir el azar, que todo incluida la muerte, tiene un sentido, nos resulte evidente o no, y que los cambios de estado de las cosas obedecen a una línea de evolución. << Nada se destruye, sólo se trasforma >>.

En vista a ello, resulta bastante factible la continuidad de la conciencia de existencia, más o menos modificada, con posterioridad al hecho en sí del fallecimiento. Carecería de sentido que las experiencias del hombre se desperdiciasen.

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