martes, 9 de diciembre de 2014

GRACIAS DIEGO.


Dedicado a D. Diego de Araciel :

Yo creo en los hombres mágicos, me gusta creer en los hombres mágicos, y no solamente porque vivo constantemente asomada al balcón de la fansasia (siempre he pensado me gustaria vivir en un bosque encantado, en una casa de troncos, dibujada o con forma de seta de lunares coloereada, entre gnomos, hadas, pinochos y alicias) sino porque sé que estos hombres existen, viven entre nosotros y a veces tenemos la enorme fortuna de encontrarlos y yo lo encontré o el me encontró a mi.
Llamo hombres mágicos a aquellos que poseen el don supremo, adquirido o heredado de transmitirnos las sensaciones más caras de nuestro tiempo: paz, serenidad y cierto dulce distanciamiento de la vulgaridad cotidiana. y no te dan todo eso como resultado de una larga terapía o como fruto más inmediato de meditaciones más o menos transcendentales.
Los hombres mágicos no te llenan de un recetario, no te dicen como alcanzar la paz, la serenidad y el distanciamiento. Simplemente, irradian de forma natural esas sensaciones, como el manantial de agua y el suave viento, la brisa, estando a su lado, el ser receptivo se llena de las radiaciones positivas que ellos emiten sin necesidad de especiales sesiones parapsicológicas, manos entrelazadas, pases hipnóticos, bolas de cristal o ambientes semioscuros, ellos mismos llevan esa paz.
El hombre mágico, es en realidad ese ser de tono relajante, carismático, que parece tener soluciones para todo ya que aparece a nuestros ojos como un hombre fundamentalmente bueno. No sé si ustedes habrán conocido a alguno. Yo tuve la suerte de conocerle a el mi querido Diego, un raro ejemplar de hombre mágico, mezcla de monje medieval y delicada flor de invernadero, vidente docto e infeliz a veces por dedicarse más a los demás que a el mismo. No parecia tener carne sino espiritu de largas manos colmadas de anillos heráldicos y ojos perdidos pero penetrantes hundidos en otros mundos o en el afán de mirar hacia adentro, lugar en el que quizá esten todos esos otros mundos que buscamos fuera.
Diego tenia el don de transmirme esas sensaciones que antes citaba cuando despues de varias charlas porque fue poco tiempo por desgracia pero intenso, charlamos de lo divino de la vida, de lo humano, entonces sus respuestas comenzaban a salir de su boca, un tanto a modo de dulce plegaria de amigo, vidente, consejero espiritual.
Cuando hablaba con él, siempre me despedia de la misma manera "Que tengas un hermoso día lleno de paz y amor" esa era su base el amor.
Soy de las que creo que todo puede ir mejor si realmente pensamos que todo puede ir mejor.
Me lo dijo un gran hombre mágico. A ti Diego de tu sucesora o como tu me decias tu "bella". Nymita.

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